Otra, el enérgico prosaísmo se aburre una osamenta, que el melindroso querrá excomulgar con horror pero que apreciará más que su vida el crítico de gusto viril.
Su semblante era agradable, no parecía hosco ni feroz;su rostro era viril, aunque tenía la expresión suave y dulce de los europeos, en especial, cuando sonreía.
Eduard, así llamamos a un rico varón en la mejor edad viril, había pasado en su vivero las más hermosas horas de una tarde de abril, poniendo injertos recién preparados en troncos jóvenes.