Florentino Ariza sintió que las tripas se le llenaron de una espuma fría. Pero la voz no le tembló, porque también él se sintió iluminado por el Espíritu Santo.
Al radiar energía como ondas gravitacionales, olas del espacio-tiempo, sus órbitas pueden deteriorarse, colapsar y matarse entre sí, con una explosión de kilonova que escupe gran parte de sus tripas.
Así es la verdad —respondió don Quijote—, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.