Ciudades rodeadas de montañas, como Los Ángeles o al lado de cuencas, como Pekín, son especialmente vulnerables, ya que no hay lugar donde el smog se disipe.
Ambos tipos de smog irritan los ojos, nariz y garganta, agravan enfermedades como el asma y el enfisema, y aumentan el riesgo de infecciones respiratorias como la bronquitis.