Pensé entonces que los vástagos de aquel árbol del que hab ía cortado las estacas que retoñaron podrían ser tan resistentes como el cetrino, el mimbre o el sauce de Inglaterra y decidí probarlo.
Hecho esto, por la parte exterior de la muralla y a lo largo de una gran extensión de tierra, planté una infinidad de palos o estacas de un árbol parecido al sauce, que, según había comprobado, crecía muy rápidamente.
El cerco o doble empalizada que había construido estaba completo y fuerte y de algunos troncos habían brotado ramas largas, como las de un sauce llorón, al año siguiente de la poda, pero no sabía de qué árbol había cortado las estacas.