De hecho, cuando el año pasado me mudé a Sitges, la primera sensación de hogar que tuve fue porque en uno de los pet sitting que hice, la dueña de la casa me regaló una taza.
En el medio, yo viajaba haciendo house sitting o pet sitting, más que nada, que es esto de cuidar las casas de la gente y cuidarle las mascotas, más que nada.