Cuando sumamos la ley de la atracción y la ley de causa y efecto o ley de la siembra y la cosecha o ley del karma, como quieran llamarle, nos da como resultado en esta ecuación una fuerza magnética que atrae lo similar.
Ese karma de Seve que posiblemente desde el cielo movía los hoyos de Kepka cuando pateaba para que no le entrara ni una porque fue una pasada como no metía ningún pat.