Tecciztecatl, en tanto, hizo alarde de sus riquezas, y ofreció bellas espinas y ramas de jade con plumas tornasoladas de quetzal en lugar de un sacrificio de sangre.
El Museo del Jade resalta por albergar la mayor colección de jade en América, y por su capacidad de contar la historia de Costa Rica a través de este mineral precioso.
Aún más, los olmecas tienen en común con los chinos de la dinastía Shang ciertos ritos muy particulares, como la costumbre de colocar una pieza de jade dentro de la boca de sus muertos.