Entre las damas había dos de gusto pícaro y burlonas, y, con ser muy honestas, eran algo descompuestas, por dar lugar que las burlas alegrasen sin enfado.
Se nos presenta una escena de carácter doméstico ambientada en la sala Ochavada del Alcázar, donde Carlos II aparece acompañado de un séquito de damas de compañía.