En los ochenta, la ración de gambas se convirtió en un cocktail fetiche y la mayonesa en el pegamento de todos los platos kitsch que perduran en algunas cocinas.
Dicen que redes sociales, influencers y criptomonedas son un cocktail tóxico porque la publicidad que se hace ahí no revela, aseguran, los riesgos reales de invertir en esta moneda.