Tuvo que pedir prestado a una vecina tres juegos de cubiertos de alpaca y una ensaladera de cristal, a otra una cafetera eléctrica, a otra un mantel bordado y una vajilla china para el café.
Un retal de lanilla color caramelo, un corte de alpaca, siete cuartas de satén estampado y así, entre canjes y cambalaches, alcanzamos casi la docena de tejidos que yo corté y cosí y ella se probó y alabó.
Pero eso estaba muy bien, porque era baratillo, cerca de la playa, producto fresco, refrescante… Y ya que tú comiste alpaca, voy a confesarlo, yo probé chigüiro.