Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal.
Yo ya estoy muy viejo para estos enredos -se justificó el coronel frente a la expresión impenetrable del médico-. Si tuviera veinte años menos sería diferente.