Ni una sola persona ni una sola máquina fue consciente de la diminuta figura de la muerte que había iniciado la destrucción de la segunda fila de naves.
Tras pasar por la última nave, Meiji, la gota alcanzó el final de la fila y volvió a ejecutar un ángulo agudo para ir a por la primera nave de la tercera fila, Newton.
Entonces, bueno, pues, en fin, bueno, me voy a poner aquí al final de la cola y nada a esperar aquí, aquí voy a tener que estar por lo menos, por lo menos una hora, tío.
Tras un minuto y dieciocho segundos, la gota había completado el camino de dos mil kilómetros, atravesando cada una de las cien naves en la primera línea de la formación rectangular de la flota combinada.
Durante el ataque contra la tercera fila de la flota, los cambios bruscos de la gota se produjeron a un ritmo de dos o tres por segundo, una aguja mortal guiando su hilo de destrucción a través de cien naves.
Los restos expulsados por las explosiones de la primera fila no tardaron en llegar a la segunda, haciendo que los sistemas de defensa de batalla respondiesen con láseres de alta energía y cañones de riel para interceptar los restos.