Debe de llevar la boca fuertemente cerrada contra el alambre. Me gustaría verlo. Me gustaría verlo aunque sólo fuera una vez, para saber con quién tengo que vérmelas.”
Habré perdido doscientas brazas del buen cordel Catalán y los anzuelos y alambres. Eso puede ser reemplazado. Pero este pez, ¿quién lo reemplaza? Si engancho otros peces, pudiera soltarse.
Sentía el leve y delicado tirar y luego un tirón más fuerte cuando la cabeza de una sardina debía de haber sido más difícil de arrancar del anzuelo. Luego nada.
El castigo del anzuelo no es nada. El castigo del hambre y el que se halle frente a una cosa que no comprende lo es todo. Descansa ahora, viejo, y déjalo trabajar hasta que llegue tu turno.”