En el caso del umami, esos mecanismos aparecen cuando cocinamos o fermentamos ciertos alimentos, descomponiendo sus proteínas y liberando aminoácidos como el glutamato.
Cuando una planta es dañada se libera glutamato, este activa una ola de calcio que se propaga por toda la planta y comienza a producir hormonas de estrés para defenderse.
Los frijoles son ricos en glutamato, un aminoácido que aporta ese quinto sabor conocido como umami, que se traduce en un sabor intenso y agradable, como de carne.
Aunque algunos estudios informaron que el glutamato podría causar problemas como el Alzheimer, luego se descubrió que eran causados por desequilibrios internos de glutamato no relacionados con el GMS que ingerimos.
El GMS es una mezcla de dos moléculas simples, el sodio, que constituye una parte fundamental de nuestra dieta, y el glutamato, un aminoácido muy común que se encuentra en varias proteínas vegetales y animales.
Al aislar grandes cantidades de glutamato de un tazón de caldo de fideos y mezclarlas con otro potenciador de sabor como el sodio, creó un condimento que aumentaba al instante el umami de cualquier plato.