Evidentemente, estaba Messi en el público y todos los acomodadores, toda la gente de mi equipo, se pasó la función mirando a Messi más que el espectáculo, viendo sus reacciones.
Al oír tan amable invitación, no pudo contenerse Pinocho, y en tres saltos pasó desde la entrada general a las butacas; de las butacas a la cabeza del director de orquesta, y de la cabeza del director de orquesta al escenario.