Un nuevo sobresalto, sin embargo, me esperaba junto a ella: allí estaba uno de los temidos controles militares que habían impedido la entrada de los larachíes en Tetuán.
Tuve una visión fugaz de figuras humanas que echaban a correr, y oí dentro la voz de Holmes que les daba la seguridad de que se trataba de una falsa alarma.
Cuando yo empecé a gritar que se trataba de una falsa alarma, volvió a colocarla en su sitio, echó una mirada al cohete, salió corriendo de la habitación, y no volví a verla.
Ayer se llevó un golpe fortuito de un miembro del staff del equipo español que se resbaló al intentar detener a un espontáneo, y golpeó la rodilla del capitan pero, afortunadamente, falsa alarma.