Yo quería volver a mi casa, quería ser obediente y seguir estudiando; pero él me dijo: ¿Por qué quieres fastidiarte pensando en estudiar y en ir a la escuela?
Después de esto, me rogó encarecidamente y del modo más afectuoso posible, que no actuara como un niño, que no me precipitara a las miserias de las que la na turaleza y el estado en el que había nacido me eximían.