Detrás de ellas caminaban cuatro indios de carga con los pedazos del campamento: los petates de dormir, el trono restaurado, el ángel de alabastro y el baúl con los restos de los Amadises.
Es decir, venimos ya con una gran mochila que llevamos a cargo, y luego, sobre todo, a lo largo de la vida, ya desde la gestación, tú vas haciéndote tu propia idea del mundo.
Arnau dejó el candil escondido en la calle, se colgó el pellejo a la espalda y a rastras empezó a avanzar hacia la parte posterior de las carretas, pegadas a los muros del palacio del veguer.
La liebre era muy veloz y se pasaba el día correteando de aquí para allá, mientras que la tortuga caminaba siempre con aspecto cansado, pero no en vano, tenía que soportar el peso de su gran caparazón.