No la apartó durante muchos días de calor mineral, durante muchas noches de vientos perdidos, durante el tiempo de la meditación en que nadie salió del convento.
Aquí estamos en plena primavera, viendo cómo los días son cada vez más largos, y con ganas de que llegue el verano para volver a salir por las noches a las terrazas.
Acabó de cerrar la noche, pero con tanta claridad de la luna, que podía competir con el que se la prestaba, de manera que cuanto el novel caballero hacía era bien visto de todos.
En el comienzo del amanecer, el día va dándose vuelta, a pausas; casi se oyen los goznes de la tierra que giran enmohecidos; la vibración de esta tierra vieja que vuelca su oscuridad.
Un caballo blanco y un caballo negro lo lleva uno al ajedrez, por ejemplo, a las piezas de un color y de otro, a los días y noches del tablero del que hablaba Borges.
La razón por la que lo celebramos en esas fechas es porque coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, la fecha en la que los días terminan de encogerse y empiezan a hacerse largos otra vez.