Ese proceso entraña la reacción de aceites vegetales con un alcohol (etanol o metanol) en presencia de un catalizador para producir el diesel (con glicerol como subproducto).
Tras 400 años transformando la caña en azúcar, el bioalcohol de la caña de azúcar logró destronar al azúcar en sólo un decenio, gracias a dos crisis del petróleo.
Además, en el caso del estiércol líquido que alimenta las centrales de biogás, por ejemplo, la recuperación de nutrientes es más eficaz y las emisiones de metano y olores se reducen considerablemente.