Continuamos nuestro recorrido con la tradicional sangría, una refrescante combinación de vino tinto, fruta, azúcar o miel, y algún licor como ron o sidra.
La sorprendió la luz del sol a las nueve de la noche, y la asustó la muchedumbre estridente que había invadido las calles por el alivio de la brisa nueva.
Y a lo largo de los años he ido cambiando de perfume, pero normalmente siempre me suelo quedar con un olor que sea como dulce, que sea fresquito, que no sea como muy pesado.
Un año más tarde el caracol se hallaba tomando el sol casi en el mismo sitio que antes, mientras el rosal se afanaba en echar capullos y mantener la lozanía de sus rosas, siempre frescas, siempre nuevas.