Marilla encontró a la niña acostada boca abajo sobre su lecho, llorando amargamente, completamente olvidada de que había puesto sus botas sucias de barro sobre un limpio cobertor.
Así que vi que había dos pallets ahí tirados, les clavé dos palos para sostenerlos, los até con alambre, los rellené con la basura, con barro y con paja y los revoqué con barro.