Entonces fue con la palmatoria a las barracas del patio, y encontró a Sierva María dormida en la hamaca de palmiche indio que heredó de Dominga de Adviento.
Más tarde, acudió al tranquilo paraje nevado que se hallaba en lo más profundo de su corazón y entró en la sencilla cabaña donde vivía aquella Eva que había creado.
Y así ella también les cuenta un poquito de cómo fue… La casita de madera donde conversaban los adolescentes el primer día, ahora tenía una apariencia mínima de hogar.
Allí, dentro de una primorosa cabaña, esa Eva que Luo Ji había creado con una de las costillas de su mente, pasaba los días sentada ante una vieja chimenea, contemplando las revoltosas llamas del fuego.
Los chicos estaban sentados delante de unas casitas de madera donde dormían esos días, en un campamento humanitario asistido por la Cruz Roja en las afueras de Metetí la Estación de Recepción Migratoria de Lajas Blancas.