Llevaba una combinación satinada que en su día debió de ser una preciosidad; el tiempo y el uso, sin embargo, la habían desprovisto en parte de su pasado esplendor.
Un retazo de raso nacarado llegó al día siguiente acompañado por el correspondiente relato de los avatares de su consecución y menciones poco honrosas a la madre del hebreo que se lo había proporcionado.