A través de los cristales polvorientos del bar Marítimo alcanzamos a ver algunos amigos sobrevivientes, que empezaban la vida otra vez en la primavera radiante de la tramontana.
Los familiares y amigos se reúnen en los parques bajo la sombra de los cerezos en flor, y a modo de picnic comparten alimentos y reflexionan sobre la belleza de la naturaleza y la fugacidad de la existencia.