En la madrugada del lunes, cuando cerramos la puerta para evitar el vientecillo cortante y helado que soplaba del patio, nuestros sentidos habían sido colmados por la lluvia. Y en la mañana del lunes los había rebasado.
Señores, que el sentimentalismo es algo que es como ir con un coche y que, de repente, pases por una carretera donde ha llovido y te venga el barro y ya no puedas ver la visibilidad.