No has limpiado el trapo con agua caliente como te indiqué —dijo Marilla, inconmovible—, ve a hacerlo antes de preguntar más, Ana... Ana fue a hacer lo que le indicaban.
Cuando hubo limpiado la cara, lavó la mano derecha en el agua por sobre la borda y luego la dejó en el agua salada mientras percibía la aparición de la primera luz que precede a la salida del sol.