Las contemplamos rezagadas mientras avanzaban de espaldas como una bandada de cuervos, con sus velos negros cayéndoles hasta la cintura; medio manto, los llamaban.
Se había escapado de Sevilla para torear por los pueblos, y venía de Niebla, andando, el capote, dos veces colorado, al hombro, con hambre y sin dinero.
" Aquí tienen el manto… Las prendas son ligeras como si fuesen de telaraña uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, más precisamente esto es lo bueno de la tela."
El resto de ella concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino.