Durante cien años, muchos jóvenes intentaron traspasar el muro de espinos que rodeaba el Reino, pero ni uno sólo lo consiguió, pues siempre quedaban atrapados por los espinos.
Apenas se vio libre la aldeana que había hecho la figura de Dulcinea, cuando picando a su cananea con un aguijón que en un palo traía, dio a correr por el prado adelante.