El premier llegó en enero, para dirigirse a sus partidarios y a los adversarios que se dignaran asistir a la asamblea que se reuniera en Charlottetown.
Aquella fundación fue el último símbolo a que condescendieron los Inmortales; marca una etapa en que, juzgando que toda empresa es vana, determinaron vivir en el pensamiento, en la pura especulación.
Y aún peor es el tío Robson, que rara vez se digna dirigir la palabra a Agnes, y cuando lo hace es con una altiva insolencia de su tono y de sus ademanes.