De signo piscis, pequeñita, artística y con mucha energía, Mariand recibió su nombre de la suma del nombre de su madre Maribel y del de su padre Andrés.
La sala quedó desierta a excepción de él y la secretaria general, todavía de pie en el podio, tan pequeña que contrastaba de un modo extraño con el precipicio.
La vistió con el conjunto que a él más le gustaba, que casualmente era también el que mejor insinuaba sus formas menudas (lo hizo, según se dijo, para su posterior referencia).
Era una mulata fina de San Juan de Puerto Rico, menuda y maciza, del color del caramelo en reposo y con unos ojos de perra brava que le iban muy bien a su modo de ser.