Al cabo de una hora de señas desesperadas a los automóviles y camiones de carga que pasaban raudos en la tormenta, el conductor de un autobús destartalado se compadeció de ella.
Este verano voy a Sevilla, Andalucía. Voy a ir en autobús. Es que no me gusta ir en avión. Me da miedo. Ahora voy a ir a la taquilla a comprar un billete.