El humilde orador que tiene el honor de hablaros, estando de paso en esta capital, no ha podido menos de presentaros un espectáculo que seguramente os gustará mucho.
He aquí los hechos, brevemente expuestos: Hará unos cinco años, y en el transcurso de una larga estancia mía en Varsovia, conocí a la célebre aventurera Irene Adler.
En tanto, la espada corta tiene un único y solemne propósito, realizar el ritual del suicidio o seppuku, en caso de deshonrarse a sí mismo, a su familia o al daimyo.
Y habiendo tenido noticia del agudo y elevado entendimiento de vuesa merced, me enviaron a mí a que suplicase a vuesa merced de su parte diese su parecer en tan intricado y dudoso caso.
¿Quién podrá decir que esta señora que está a mi lado es la gran reina que todos sabemos, y que yo soy aquel Caballero de la Triste Figura que anda por ahí en boca de la fama?