Antes de la Crisis Trisolariana, el estudio de la civilización alienígena era un proyecto llamativo que se habría ganado toda la atención de la prensa.
Aureliano conservó las palabras, pero les antepuso este aviso: Lo que ladran ahora los heresiarcas para confusión de la fe, lo dijo en este siglo un varón doctísimo, con más ligereza que culpa.