Este informe prejuicioso se extendió a varios estudios sobre el GMS y el umami, cuyos resultados fueron mucho menos concluyentes de lo que sugerían los titulares.
Si bien el GMS se usaba en numerosas cocinas, muchos estadounidenses tenían prejuicios de larga data sobre los hábitos alimentarios asiáticos y los etiquetaban de exóticos o peligrosos.
Por ejemplo, cuando un estudio de 1969 descubrió que inyectar GMS a ratones dañaba gravemente la retina y el cerebro, algunos medios de comunicación difundieron que comer GMS podría causar daño cerebral.
Aunque algunos estudios informaron que el glutamato podría causar problemas como el Alzheimer, luego se descubrió que eran causados por desequilibrios internos de glutamato no relacionados con el GMS que ingerimos.
El GMS es una mezcla de dos moléculas simples, el sodio, que constituye una parte fundamental de nuestra dieta, y el glutamato, un aminoácido muy común que se encuentra en varias proteínas vegetales y animales.
Otros están investigando si el consumo regular de GMS podría estar relacionado con la obesidad y si es posible que el consumo compulsivo de GMS produzca dolores de cabeza, de pecho o palpitaciones.
En la década de 1930, el GMS era un alimento básico en la mayor parte de Asia, y a mediados de siglo XX formaba parte de la producción comercial de alimentos en todo el mundo.