Entróse, en fin, don Quijote en su lecho, y quedóse doña Rodríguez sentada en una silla, algo desviada de la cama, no quitándose los antojos ni la vela.
De esto surgió también una de las creencias presente en culturas tan diferentes como la oriental o la latina, que consiste en pedir un deseo antes de apagar las velas.
Ese fenómeno se llama edadismo y la lógica es similar a la de otras discriminaciones Se presupone menos valía solo por las veces que ha soplado las velas.
Sabía que era por la mañana sólo porque Gerasim se había ido y el lacayo Pyotr había entrado, apagado las bujías, descorrido una de las cortinas y empezado a poner orden en la habitación sin hacer ruido.