Viajaba con la columna vertebral firmemente apoyada contra el espaldar del asiento, sosteniendo en el regazo con ambas manos una cartera de charol desconchado.
Antes de empezar la charla el virrey revisó con una mirada de conmiseración las paredes descascaradas, las cortinas rotas, los muebles artesanales de los más baratos, los clérigos empapados de sudor dentro de sus hábitos indigentes.