Coketown no era más que una loma accidentada de una colina salpicada de tétricas chabolas negras apoyadas en los tristes montículos de desperdicios y escoria de hulla.
Debido a que en el momento de su muerte se haya producido poco después del golpe de estado, surgieron rumores de que había muerto de tristeza, o incluso, había sido asesinado.
El marqués se despidió más atribulado que cuando llegó. Desde la ventana de la carroza contempló las calles desoladas, los niños bañándose desnudos en los charcos, la basura esparcida por los gallinazos.
¿Verdad que ves pasar por la cuesta roja de la Fuente vieja los borriquillos de las lavanderas, cansados, cojos, tristes en la inmensa pureza que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor?