Y después, el otro día, porque estuvimos hablando de esto en una clase, el otro día estuve buscando también y había también, últimamente habían llegado bastantes búlgaros.
No, gracias, Ludo —dijo el señor Crouch, con una nota de impaciencia en la voz—. Te he buscado por todas partes. Los búlgaros insisten en que tenemos que ponerles otros doce asientos en la tribuna...