Algunas veces los muchachos y jóvenes que facilitaban los encuentros sexuales entre el personal de mantenimiento de la paz y las muchachas también recibían alimentos en pago por sus servicios.
Con historias parecidas de fiestas y bromas, Lydia trató, con la ayuda de las indicaciones de Catherine, de entretener a sus hermanas y a María durante todo el camino hasta que llegaron a Longbourn.
Meme supo dónde estaban, porque en el espanto del insomnio vio pasar al caballero vestido de negro que en una distante víspera de Navidad llevaron a la casa dentro de un cofre de plomo.
Bernarda le contestó sin mirarlo, como si el saludo hubiera sido de nadie. El marqués subió a la baranda, y desde allí recorrió el horizonte completo con una mirada continua por encima de la maleza.