Algunos acusan a los servicios de seguridad y a los dirigentes sirios de asesinar al Sr. Hariri porque se había convertido en un obstáculo insuperable para el ejercicio de su influencia en el Líbano.
Luego rodó contra la puerta la mesita de escribir y la poltrona, y puso por último el baúl como una barricada infranqueable contra el horror de aquel país donde ocurrían tantas cosas al mismo tiempo.